Saber cómo controlar cada detalle al hablar en público es esencial para lograr un pitch eficaz. La presentación, el discurso, el tono, el lenguaje corporal… Son muchos los elementos que influyen en la percepción que la audiencia tendrá de ti. Aunque aprender cómo evitar errores puede parecer complicado, es precisamente esa capacidad de control lo que marca la diferencia entre una intervención eficaz y una que pasa desapercibida.
Se trata de un discurso breve – que en el caso del elevator pitch varía entre 30 segundos y dos minutos-, cuyo objetivo es captar la atención del interlocutor e interesarle por tu propuesta, ya sea un proyecto, una idea de negocio o tu perfil profesional. En un entorno tan competitivo como el actual, es una herramienta imprescindible en presentaciones empresariales, reuniones con inversores o cualquier contexto en el que dispongas de poco tiempo para causar impacto.
Pero no basta con tener una buena idea, hay que saber contarla. Para lograrlo, es fundamental tener claridad en tus objetivos, conocer tus fortalezas y, sobre todo, entender cómo evitar errores en tu pitch, ya que un fallo en el momento clave puede echar por tierra mucho tiempo de trabajo.
Las cuatro preguntas clave
Antes de lanzarte a preparar tu pitch, asegúrate de que responde a estas cuatro preguntas esenciales:
- ¿Quién eres? Una presentación breve y segura que transmita confianza y credibilidad.
- ¿Cuál es tu idea o propuesta? Explica en qué consiste, a quién va dirigida y qué necesidad cubre.
- ¿Qué te diferencia? Identifica el valor añadido o diferencial de tu propuesta frente a otras similares.
- ¿Cómo lo vas a llevar a cabo? Muestra que cuentas con un plan realista y sostenible, orientado al éxito y la rentabilidad.
Tener clara esta estructura básica te ayudará a ordenar tus ideas y evitar dispersarte. Recuerda: menos es más. Lo importante no es decir mucho, sino decir lo justo de la manera más efectiva.
Preparación: la clave está en el detalle
Una vez que tengas definidos los puntos clave, es momento de trabajar en su desarrollo. La preparación es tan importante como el contenido. No dejes nada al azar y aprenderás de forma eficaz cómo evitar errores en tu pitch.
Empieza con un gancho potente que capture la atención desde el primer segundo. Puede ser una pregunta retórica, un dato impactante, una anécdota breve o una frase provocadora. Esos primeros instantes son determinantes para que el interlocutor decida si quiere escucharte o no.
Selecciona los datos más relevantes y evita la información superflua. No intentes contarlo todo: tu objetivo es despertar interés, no explicarlo todo al detalle. Si logras generar curiosidad, ya habrá tiempo para profundizar.
Investiga bien a la audiencia. Si vas a hablar con inversores, enfócate en la rentabilidad; si lo haces ante potenciales socios, destaca la viabilidad y escalabilidad. Cuanto mejor conozcas a quien tienes delante, más posibilidades tendrás de conectar con él.
No olvides ensayar. Practica en voz alta, grábate, corrige muletillas, ajusta el ritmo. La naturalidad no surge por casualidad, se construye a través de la repetición. Ensayar también te permite anticipar preguntas y prepararte para lo inesperado, un elemento clave a la hora de saber cómo reaccionar frente al público.
Cómo evitar errores en tu pitch. Lo que no debes hacer
Un discurso mal ejecutado puede arruinar incluso la mejor idea. Por eso es tan importante aprender cómo evitar errores en tu pitch. A continuación, repasamos algunos de los más frecuentes y cómo corregirlos:
- No competir con tus recursos visuales. Si decides utilizar un vídeo o una presentación mientras hablas, asegúrate de que no te roben protagonismo. Las imágenes deben ser lentas, sutiles y estar al servicio de tu discurso, no al revés. Un mal uso de lo audiovisual es uno de los errores más comunes y también uno de los más fáciles de evitar.
- Ignorar la tecnología. No subestimes la parte técnica. Asegúrate de que el proyector funciona, de que el micrófono está operativo y de que el archivo que vas a usar se abre correctamente. Lleva siempre una copia de seguridad. Un fallo técnico puede romper el ritmo, desconcertarte y diluir tu mensaje.
- No gestionar los tiempos. La atención del público empieza a decaer a los cuatro o cinco minutos. Introduce variaciones de ritmo, cambios de tono, pausas estratégicas o elementos que reactiven el interés, como una historia personal o una pregunta directa.
- Descuidar la voz. Modula el tono, juega con el ritmo. Utiliza un tono más agudo y un ritmo más rápido para las ideas secundarias, y baja el tono y ralentiza el discurso para destacar lo importante. La voz es una herramienta poderosa y a menudo infravalorada.
- No controlar el lenguaje corporal. Gesticular de forma excesiva o incoherente puede distraer. Usa las manos para reforzar ideas clave, pero evita movimientos repetitivos o automáticos. Si enumeras puntos, acompaña con gestos claros y visuales.
- No adaptar el lenguaje. No uses tecnicismos innecesarios ni un tono excesivamente informal. Ajusta tu vocabulario al nivel del interlocutor y a sus intereses. Utiliza ejemplos que conecten con su realidad y evita el lenguaje genérico.
- Cerrar sin fuerza. Un buen pitch necesita un cierre memorable. Termina con una llamada a la acción clara: una cita, una propuesta concreta, una pregunta que invite a la reflexión. El final debe dejar huella y abrir la puerta a una siguiente conversación.
- No mirar a cámara en presentaciones online. En comunicaciones no presenciales, mirar a la cámara es lo más parecido a mirar a los ojos. Si te cuesta, pega una nota adhesiva o alguna pegatina junto al objetivo para centrar la atención.
- Cuidar el encuadre. En presentaciones por vídeo, opta por un plano medio con ángulo recto. Evita inclinarte hacia adelante o atrás. Deja espacio a los lados y por encima de la cabeza. Una imagen bien cuidada comunica profesionalidad.
- Tener un fondo inadecuado. Evita fondos con distracciones visuales como cuadros, estanterías recargadas o ventanas con luz directa. Un fondo neutro concentra la atención en ti y en tu mensaje.
La práctica hace al maestro
Saber cómo evitar errores en tu pitch es una competencia que se entrena. No se trata de memorizar un guión, sino de interiorizar una estructura, comprender al interlocutor y adaptar el mensaje a cada situación. Cuanto más practiques, más soltura ganarás. Y con esa soltura, llegarán la confianza, la claridad y la conexión con el público.
Recuerda que una buena presentación no es solo una oportunidad para convencer, es una carta de presentación que lo dice todo sobre tu proyecto. Transmite cómo piensas, cómo trabajas, cómo lideras. Es, en definitiva, una herramienta estratégica que puede suponer la diferencia en momentos clave para tu emprendimiento.
