Irrintzi Soluciones Adaptadas, dirigida por José María Andrés Maticorena, es un emprendimiento para personas con discapacidad que va más allá de la innovación empresarial. Así lo hemos descubierto en los Martes del Emprendimiento del Instituto de Emprendimiento Avanzado con el patrocinio de Iberdrola.
Con un enfoque centrado en la libertad y autonomía de las personas con discapacidades físicas que desean conducir, Irrintzi Soluciones Adaptadas se ha convertido en un referente en el ámbito del emprendimiento para personas con discapacidad y la movilidad adaptada.
Un viaje de 30 años
Hace más de tres décadas, en Basauri (Bizkaia), Irrintzi Soluciones Adaptadas comenzó su travesía. Durante este tiempo, identificaron una necesidad en la sociedad: la posibilidad de que personas con discapacidades severas pudieran conducir y disfrutar de una independencia total, incluso desde sus propias sillas de ruedas.
Con una visión pionera, Irrintzi se embarcó en la misión de hacer realidad esta libertad de movilidad. Al asociarse con otros talleres, encontraron un panorama poco alentador debido a las limitaciones técnicas y legales en la adaptación vehicular. Ante esta realidad, decidieron dar un paso adelante y establecer su propio taller.
A través de un departamento de I+D dedicado, Irrintzi exploró soluciones en el mercado europeo, identificando tecnologías como el sistema Space Drive, diseñado por una empresa alemana, entre otras innovaciones. Estas tecnologías fueron adaptadas y homologadas para su uso en las carreteras españolas.
Compromiso con la seguridad vial y la movilidad
Maticorena destaca el compromiso de Irrintzi con la seguridad vial y el derecho fundamental a la movilidad. Cada adaptación se realiza en cumplimiento de las normativas establecidas por la Dirección General de Tráfico, garantizando la seguridad tanto de los conductores como del resto de usuarios de las vías.
Adaptaciones completamente personalizadas
Precisamente la adaptación de estos vehículos ha de ser altamente personalizada, porque “hasta un centímetro puede marcar la diferencia entre la imposibilidad o no de conducir”, cuenta Maticorena. “Hay que entender lo que necesita cada uno, realizando un estudio, no puede ser una producción en serie”, aclara. Este tipo de homologaciones individuales no son rentables para las grandes empresas automovilísticas.
Los sistemas instalados sobre el vehículo pueden ir desde un joystick para manos o incluso pies, control por voz, cámaras para cada ángulo del coche, hasta plataformas para poder subir y bajarse, incluso con su propia silla.
El proceso comienza con las clásicas clases de autoescuela, pero con vehículos adaptados. Después se ha de hacer un estudio individualizado de cada conductor, que con la aprobación final de la DGT, permita adaptar un vehículo “casi de cualquier clase” a las necesidades del conductor. El riesgo de adaptar antes un vehículo es que “puede terminar no siendo del todo funcional o tener problemas de certificación”. Por eso disponen de un amplio parque automovilístico, con el que cada usuario puede probar la gran mayoría de soluciones que proponen.
Lo diferente es el examen para la obtención del carnet. En este caso, cuentan con un inspector de sanidad, además del alumno, el profesor y el examinador. Así, esta prueba conjunta acaba por “afinar” los últimos detalles respecto a la tecnología incorporada y la aptitud o no del alumno. Según su director gerente “muchos de nuestros alumnos se sacan el carnet en tres semanas, incluso aprovechando para desplazarse al País Vasco a disfrutar de unas pequeñas vacaciones”. Solo ofrecen clases en Bizkaia, pero en ocasiones se pueden desplazar por todo el territorio nacional.
No solo adaptan vehículos para conductores con discapacidades físicas, sino que también lo hacen en vehículos de transporte para estas personas “sin que parezcan un saco de patatas en la parte trasera, colocándolos en segunda fila, junto al resto de ocupantes”, explica Maticorena. Incluso los preparan para poder ser utilizados tanto por usuarios con y sin discapacidad. Además, cuentan con vehículos adaptados de alquiler.
“No hay que olvidar que, si tienes por ejemplo un ictus, automáticamente pierdes el carnet”, aclara Maticorena, por cuyas instalaciones han pasado clientes que tienen que volver a validar su permiso de conducir. Entre algunos de los casos más singulares encontramos a una mujer de poco más de un metro de estatura y con un solo brazo, que esta semana se sacó el permiso de conducir con la ayuda de un joystick y comandos de voz. Esta conductora incluso puede ponerse sola el cinturón. O, por ejemplo, personas de hasta 91 años que se sacan el carnet, incluso coches adaptados que corren competiciones como el Dakar. La mayoría de sus clientes son particulares, aunque colaboran con otras empresas con flotas de ambulancias o microbuses. Pese a que no es lo habitual, también adaptan bicicletas, ciclomotores o patinetes eléctricos.
Maticorena reconoce que “falta personal de enseñanza” en este sector, pese a que no es necesaria ninguna formación específica. En ocasiones hacen pequeñas colaboraciones con asociaciones como la ONCE u hospitales. Sobre todo, el boca a boca y las redes sociales son los principales canales de captación de clientes. Estos pueden conseguir, dependiendo de la comunidad autónoma, la financiación de una parte del proyecto de adaptación del vehículo.
Como mensaje final para los emprendedores, José María Andrés Maticorena explica que “no hay límites. Aunque te digan mil veces que no, el no ya lo tienes. Tienes que ir día a día, paso a paso”. Y deja una frase para el recuerdo: “Los objetivos están para cumplirlos y los retos para superarlos”.