Tres Letras Pan: El sueño de una psicóloga que factura haciendo pan artesanal en Madrid mientras teje comunidad

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Entre los barrios de Fuencarral y Ciudad Universitaria en Madrid, Tres Letras Pan redefine el concepto de pan artesanal en Madrid con una propuesta que fusiona calidad, sostenibilidad y un profundo sentido de comunidad.

En una nueva edición de los Martes del Emprendimiento, organizada por el Instituto de Emprendimiento Avanzado (IEAvanzado) y conducida por Wilfredo Jurado y Juan Claudio Abelló, Nuria Escarpa, psicóloga convertida en panadera, comparte con la comunidad emprendedora cómo transformó su pasión por el pan en un negocio rentable que no solo ofrece hogazas de calidad, sino que también teje lazos entre los vecinos de la zona. Su enfoque, basado en masa madre, largas fermentaciones y solo tres ingredientes —harina, agua y sal—, nos ofrece una lección sobre cómo diferenciarse en un mercado competitivo que, en los últimos años, ha arrinconado al pan congelado de menor calidad tanto para el gusto y como nutricional.

Calidad que desafía al pan industrial

Tres Letras Pan se enfrenta al dominio del pan industrial con un producto que destaca por su autenticidad. “Nuestra hogaza de un kilo, con unas 12 rebanadas, dura una semana y cuesta menos por ración que una barra de 50 céntimos”, explicó Nuria. Este producto, elaborado con masa madre y fermentaciones de hasta 24 horas, es más digestivo y saciante, lo que ha conquistado a quienes priorizan salud y sabor. “Cuando alguien prueba nuestro pan, siente la diferencia en su cuerpo y paladar”.

El obrador utiliza harinas ecológicas y colabora con proveedores que comparten su visión de sostenibilidad, un valor que tiene un plus de valor entre los consumidores conscientes. Este compromiso no solo eleva la calidad del producto, sino que también posiciona a Tres Letras Pan como un referente para emprendimientos que buscan alinear sus negocios con las tendencias actuales de consumo responsable. Además, el uso de procesos cuidadosos, como el control del frío para optimizar la fermentación, permite al equipo mantener horarios razonables, demostrando que la calidad en el producto no tiene que ir en detrimento de la calidad de vida del equipo.

El camino de Tres Letras Pan no ha estado exento de desafíos. En 2022, Nuria y su equipo intentaron expandirse abriendo una segunda tienda en Chamberí y un puesto en un mercado. Sin embargo, las ubicaciones mal elegidas generaron pérdidas. “Estar 500 metros más arriba pudo haber cambiado todo. Aprendimos a parar a tiempo y centrarnos en nuestra tienda principal”. Esta experiencia le enseñó que el crecimiento requiere una planificación meticulosa, desde la selección de plazas hasta la protocolización de procesos para replicar el modelo con éxito.

Tras este revés, Tres Letras Pan se reinventó diversificando sus ingresos. Actualmente, el 30% de sus ventas proviene de pedidos online, enviando pan artesanal desde Madrid a destinos como Cádiz, Alicante o Galicia en 24 horas. También ofrecen caterings para eventos y talleres, tanto para particulares como para empresas, que han ampliado su alcance sin comprometer la esencia del negocio. Esta capacidad de adaptación y el hecho de que hayan pivotado con estrategia puso de manifiesto que un error se puede transformar en una oportunidad.

Del ocio al negocio

Nuria, con formación en psicología y experiencia en cooperación internacional apoyando a mujeres emprendedoras en Latinoamérica, encontró su vocación amasando pan a los 21 años. “Metí las manos en la masa y supe que era mi mundo”. Tras años de cultivar esta pasión como afición, se formó en la Escuela de Panadería de Madrid y decidió convertirla en un negocio. “Emprender implica riesgos emocionales y económicos, pero hacerlo en algo que amas hace que valga la pena”.

Su socia capitalista, Adriana, ha sido un pilar fundamental. “Nos conocimos en cooperación. Ella confió en mí al 100% y aporta equilibrio con su perspectiva externa”. Juntas, gestionan un 50-50 en la sociedad, con Nuria al frente del día a día y Adriana ofreciendo apoyo estratégico. Esta relación, fortalecida por reuniones regulares y un grupo de apoyo con otros dueños de negocios en Madrid, demuestra cómo una red sólida puede aliviar la soledad que en ocasiones acompaña al emprendimiento.

La historia de Nuria subraya la importancia de dar el salto con prudencia. “Lánzate a testear tu idea, ponla en papel y pruébala sin sacrificar tu vida personal. Es mejor arrepentirse de lo que hiciste que de lo que no intentaste”, aconsejó. Este enfoque le permitió abrir Tres Letras Pan en julio de 2020, en plena pandemia, demostrando que el momento adecuado depende más de la estrategia que de las circunstancias externas.

Con unas 20 variedades de pan y 30 de bollería artesana, Tres Letras Pan combina tradición e innovación. Cada fin de semana sorprende con creaciones como trenzas de higos con queso, panes de moringa, algarroba o tomate con chimichurri. “Hacemos panes con beicon para el obrador, con vino de pitarra para un cliente o con cerveza de una partida estropeada de un cervecero”. Esta creatividad no solo mantiene al equipo motivado frente a la rutina del proceso, sino que también atrae a clientes que buscan experiencias únicas.

Los talleres y team buildings son otro diferenciador. Los participantes pesan ingredientes, amasan y conectan con el legado del pan, que Nuria define como “compartir”. “Una clienta recordó a su tío panadero al escuchar el crujido de la corteza. Otros comparten historias familiares al hablar de la masa madre, que es como un ser vivo”, relató. Estos eventos, que incorporan elementos como biodanza o música, añaden un valor emocional que transforma el pan en una experiencia.

Crear comunidad

Ubicada en la calle Nueva Zelanda 32, Tres Letras Pan es más que un obrador; es un punto de encuentro que da vida al barrio. “Conocemos a nuestros clientes por su nombre: Carmen quiere galletas de avena, Agustín su barra de lino tostada, Paloma su pan de molde” contó Nuria. Esta cercanía fomenta una lealtad que va más allá de la transacción comercial. La panadería da la bienvenida a nuevos vecinos con un pan de regalo, un gesto sencillo que crea lazos instantáneos. “Queremos que sientan que este es su hogar, que forman parte de nuestra comunidad”.

El compromiso con la comunidad se extiende a iniciativas locales que refuerzan el espíritu de la zona en la que se ubican. Cada Navidad, donan roscones al colegio situado frente a la tienda. También participan en ferias y eventos culturales del barrio, compartiendo su pan artesanal hecho en Madrid y fortaleciendo su presencia.

La colaboración con La colmena que dice Sí es otro pilar comunitario. Cada jueves, Tres Letras Pan ofrece no solo su pan, sino también otros alimentos de productores locales en este mercado semanal. “No se trata solo de vender pan, sino de conectar a las personas con alimentos sostenibles y de calidad”. Esta alianza atrae a consumidores conscientes, un nicho en crecimiento que los emprendedores pueden aprovechar al asociarse con proyectos afines. Además, la panadería organiza talleres para niños, donde aprenden a amasar, y sesiones para familias, creando momentos compartidos que refuerzan los lazos comunitarios.

También fomenta la comunidad entre panaderos artesanos, un enfoque poco común en un mercado competitivo. “Compartimos recetas y clientes con obradores como El Horno de Babette o La Miguiña. Si alguien de Guardamar del Segura me pide pan, le recomiendo un panadero local de calidad”, explicó Nuria. Esta mentalidad colaborativa fortalece la cultura del pan artesanal y ofrece una lección para emprendedores: el éxito colectivo puede ser más poderoso que el individual. Apoyar a otros panaderos contribuye a un movimiento que valora la calidad sobre la cantidad.

Los talleres y team buildings son otra vía para construir comunidad. Desde sesiones para empresas, donde los equipos trabajan juntos, amasando y reflexionan sobre roles como comunicación o creatividad, hasta talleres para particulares, estos eventos crean experiencias compartidas. “En un taller, una madre y su hija se emocionaron al hacer su primer pan juntas. Esos momentos nos recuerdan por qué hacemos esto”, relató Nuria. Estas actividades no solo generan ingresos adicionales, sino que convierten a los clientes en embajadores de la marca, un enfoque que cualquier emprendedor puede replicar para fidelizar a su audiencia.

Visión de futuro

A cinco años, Nuria ve a Tres Letras Pan, fortaleciendo su tienda y explorando nuevas vías, como consultorías, talleres y proyectos sociales. “Quiero formar a mujeres en centros penitenciarios para que trabajen en panaderías, dándoles una segunda oportunidad”, compartió. Esta visión combina propósito y estrategia, inspirando a emprendedores a alinear sus negocios con un impacto positivo en la sociedad. Su consejo final para quienes dudan en emprender fue claro: “Testea tu idea con prudencia. Sé conservador con tus recursos, pero no dejes que el miedo te paralice. Emprender es duro, pero si lo haces con pasión y estrategia, merece la pena.” Esta filosofía, junto con su enfoque en la calidad y la comunidad, ha permitido a Tres Letras Pan prosperar pese a los retos, como abrir en plena pandemia.

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